El autor, el intelectual ruso de los años veinte, Ossip Brik, plantea la necesidad de una alternativa visual a partir de las prácticas y de la relación dialéctica entre el ojo-humano (así lo llama él) y la cámara.
Pero el enlace ojo-cámara no basta para hacernos suponer que estamos transgrediendo un espacio visual en nuestro túnel de la mirilla, ya sea en la cámara o el video.
Nuestro enlace se ubica también en una abstracción muy rápida que nos permite decidir cuál ángulo o punto de vista elegir en el momento de realizar una toma y para hacer un disparo en cine o video.
Podríamos hacer una observación rápida e informal:
Reúnase a un grupo de estudiantes de artes visuales en torno a una cámara de video o de cine y una vez ya con el guión resuelto o ciertos props a la mano, podrán darse cuenta que de los diez compañeros reunidos, ocho de ellos quieren ser el cámara. Y los menos, ser utilitarios, chalanes, técnicos o tramoyistas o asistentes por decir algo.
En orden de importancia, después de ser cámara-foto, podría ser que el otro porcentaje mayor, anhela ser director y sentarse con el megáfono y que los demás hagan el resto.Lindo sueño ¿no?
¿Qué pretendo decir con esto?
Que el ojo tiene una inercia o compulsión creativa por encima de otras prácticas. Cuando menos, en las que al arte se refiere. Pero no basta tampoco con el dominio técnico, también hay que considerar lo que está más allá de la imagen en su condición fenoménica de la producción.
Bien, el director y fotógrafo eligen una toma, pero asumen que hasta ahí es donde la creatividad resuelve la imagen que representa la narrativa o literalidad de la historia. Entonces, el margen desde donde se produce la toma visual se restringe. Esto por una lado, por otro: la producción de la imagen en el cine no debería cerrarse a un campo visual individualizado o marcado por una impronta de un sujeto único.
El cine no lo hace un fotógrafo solamente, en cada obra hay diversas tomas construidas a partir de una idea. Entonces, el ego en la producción de la imagen no puede tener anteojeras que no permiten ver más allá de lo que los otros pretenden ver. Esto es una de las enseñanzas del cine de Vertov, aunque para algunos se trate de un cine muy personal.
Si bien es cierto, el cine lo dirige una persona, alrededor suyo hay otras que promueven la idea de transgresión en la visualidad tradicional.
Pero eso es difícil aceptarlo. A menos de que se trastoque un orden ideológico como pasó en el contexto del Constructivismo soviético.
Pareciera que la cámara y su resultado visual se constriñe en el capricho pueril de quien saca la pelota en la calle del barrio y no quiere jugar con los demás o es él quien decide quién juega con su pelota y quién no.
La cámara entonces se vuelve un objeto fetiche-lúdico-erótico que pareciera no querer compartirse y la visión así se queda incompleta.
Por otro lado, está también la condición histórica que tiene la visualidad construida en un aparato crítico -esto, si acaso el cámara o fotógrafo o director o guionista pudiera ser un transgresor-, pero en ocasiones quien toma posesión de la cámara su visualidad se resume a un historial trágico o patético que no va más allá de lo cuantitativamente aprendido, lejos de lo cualitativamente criticado desde una postura radical o de alteridad como lo plantea Brik.
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| Ossip Brik, foto por Rodchenko |
Sin embargo, los grandes fotógrafos no están hechos por un insuflo divino como si surgieran de una condición prometéica. La visualidad original de un fotógrafo o de un cámara-fotógrafo en el cine está determinada por una ideología construida históricamente. Con sus vicios, con sus influencias incuestionables, pero al mismo tiempo, con sus vértices de orginalidad.
Aquí entonces el texto, en su edición; no son más que un par de páginas, espero que no se cansen leyéndolo o se hayan cansado por mi culpa. Ojalá y sirva de algo. Lo comentaremos.
JB
Lo que el ojo
no ve[1]
Ossip
Brik
Ziga Vertov
tiene razón. La tarea del cine y de la cámara no es imitar al ojo humano, pero
sí, ver y grabar lo que el ojo humano normalmente no puede ver.
El cine y el
ojo-cámara puede mostrarnos aspectos desde ángulos inesperados, y en
configuraciones inusuales, y de esto, debemos sacar provecho para explotarle
como posibilidad.
Hubo una época
en que pensábamos que era suficiente tan solo fotografiar objetos al nivel del
ojo, parados con los pies firmes sobre la superficie. Pero luego empezamos a
movernos alrededor de esos objetos, a escalar montañas, a viajar en trénes,
botes de vapor y automóviles, a volar en aviones y sumergirnos hacia el fondo
del mar. Y llevamos con nosotros a la cámara a todas partes, grabando todo
aquello que veíamos.
Así fue como
empezamos a disparar desde ángulos y planos más complejos los cuales con el
tiempo se volvieron más diversos,
y aún así, el enlace entre el ojo humano y su usual compás óptico
permaneció inquebrantable.
Sin embargo, este
enlace no era necesario del todo. Más allá de eso, dicho amarre limita y
empobrece las posibilidades de la cámara. Ésta puede funcionar de manera
independiente, y puede ver incluso de maneras en que el ojo humano no está
acostumbrado; puede sugerir incluso nuevos puntos de vista y demostrar al mismo
tiempo cómo ver las cosas de maneras diferentes.
Este es el
tipo de experimento que el compañero Alexander Rodchenko llevó a cabo cuando
fotografió en Moscú una casa desde puntos de vista inusuales.
Los resultados
demostraron en extremo interesante que: ese objeto familiar y cotidiano que es
la casa, de repente se convirtió en una estructura nunca antes vista de esa
forma; la escalera de salida de emergencia se convirtió en un objeto
monstruoso, y los balcones fueron transformados en una torre de una
arquitectura exótica.
Cuando se ven
estas imágenes, es fácil imaginar cómo una secuencia fílmica puede derivarse
desde ahí, desde la toma alternativa, con un gran potencial visual que a la
postre podría ser mucho más efectiva que los disparos comunes en locación.
La monotonía
de la forma en el paisaje cinemático ha inspirado a muchas personas a buscar
una respuesta en las decoraciones de la película, sus soportes y sus lugares
alternos; o para prever en el artista lo que podría ser “el invento de una
interesante rebanada de vida” o para construir “casas de fantasía” o bien “una
naturaleza inexistente”.
Quizá, podría
ser esto una tarea desventurada o sin esperanza de retribución. Porque la
cámara no tolera esos apoyos, y sin misericordia expone todo cartabón artificioso
que sustituye como oferta a lo que es lo real. Lo concreto.
Este artificio
no es la respuesta a la construcción de lo real, y sólo hay una forma para
salir del dilema: debemos romper el esquema del radio óptico de visión
tradicional que comprende el ojo-humano, debemos aprender a fotografiar los
objetos desde afuera de ese campo tradicional de la visión, de tal forma que se
obtengan imágenes como resultado que estén fuera de la monotonía visual y
tradicional. Hasta entonces, podríamos regresar a ver nuestra realidad concreta
en lugar de ese escenario teatral apoyado en el artificio, y así, veríamos a la
realidad como nunca antes habíamos visto.
El cine y el
ojo-humano deben crear su propio punto de vista, y usarlo, sacar provecho de
eso. Deben expander –no imitar- su campo óptico visual tradicional del ojo
humano.
[1] Ossip, Brik. “What
the Eye Does Not See”; en: Well, Liz. comp. The
Photography Reader, Routledge, Nueva York, 2003, p. 90. Nota: Traducido del
inglés al español por J. Bailléres, de la traducción de John E. Bowlt

Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe parece que ese deseo de poseer la imagen, el deseo de capturar la toma de que nos hablas JB, tiene algo que ver con un deseo también de poder.
ResponderEliminarDe ser nosotros quienes decidamos lo que el espectador verá, cómo lo hará y también la perspectiva y velocidad que tendrá; como en la política la posibilidad de tener el poder nos permite también ocultar lo que queramos y mostrar sólo lo que nos venga en gana.
Poder manjar la cámara es, además de un acto erótico, una posibilidad de "encerdecernos" (volvernos unos cerdos) y regocijarnos en el placer total y autoritario de decidir lo que estará a cuadro.
Como propone Brik hay que cambiar la perspectiva del ojo humano, la velocidad con la que vemos y el ángulo desde que lo hacemos.
Me gustaría citar dos ejemplo que personalmente a mi me parecen buenos. El primero es ese tipo de películas japonesas de terror (que por cierto son unos maestros en le género) en las que las tomas se hacer como si uno como espectador estuviera debajo de la cama, detrás de la cortina o trepado en el ventilador. Esto además de hacer difícil ver con claridad lo que pasa a cuadro, aumenta el suspenso y nos convierte es parte de la escena, como cómplices. Si de verdad quieren sentir miedo nada como una secuencia silenciosa de 20 minutos como si uno estuviera escondido debajo de un escritorio sin ver un carajo de lo que esta pasando en la escena principal.
El segundo ejemplo se trata de cómo la perspectiva puede cambiar toda la idea de lo que creemos que pasa al darnos cuenta de que las cosas son menos espectaculares de lo que imaginamos, se trata de un video de una eyaculación grabada desde el interior de una vagina , lo pueden encontrar googleando "Video de la penetracion y eyaculacion de un pene grabado desde el interior de una vagina" (es medio porno, así que si les molesta un poco ni lo vean).
Márquez
Es bastante interesante el hecho de esa toma de decisión que tiene el que está detrás de cámara donde recurre mucho a su experiencia, conocimiento, su punto de vista de las imágenes y el papel que hace que desarrollan estas. Donde de manera indirecta o directa nos dirige a su enfoque o concepción que tiene de la realidad o pretende presentar como tal, que como consecuencia es la pauta a una serie muy grande de interpretaciones distintas, pero siguen siendo dirigidas de una manera sutil. Con lo cual pretendo resaltar el enriquecimiento de ideas que surgen, que de otra manera no hubieran nacido, haciendo referencia a lo que se mencionaba en el texto, de una imagen tomada tal como es a una con un enfoque distinto.
ResponderEliminarJesús Torrero
Tomaré en cuenta sus comentarios. Ambos, interesantes.
ResponderEliminarRespondo a ellos mañana.
Saludos.
JB