Apunte de JB en torno a Rashomon.
Es cierto que cuando vemos la película de Rashomon de Akira Kurosawa por lo general respondemos a la literalidad de la trama que nos hace suponer que nosotros somos parte de la misma, porque aunque no somos visibles estamos ahí no solo como espectadores sino como co-protagonistas o ejecutores, actuamos como jueces que tendrán la oprtunidad de emitir un juicio al final, a partir de un relato que nos acerca a la idea de que encontraremos la verdad final o resolutiva del caso o el misterio en torno a un crimen.
Incluso podemos -con todo derecho o validez- suponer que las cosas no son como imaginamos en la ficción. O podríamos también jugar a darle sentido a los símbolos que ahí encontramos; por ejemplo, el movimiento de la cámara que sigue al leñador (mientras inicia su descripción de los hechos, muy temprano en la película) pareciera que uno es el que le sigue en sigilo o casi furtivamente; pero esto es asunto técnico para otro análisis.
Podemos también suponer que el sacerdote es el que insiste en el mensaje de la humanística y la buena voluntad luchando contra la condición pecaminosa del hombre o sujeto social. Suponer que el bebé que irrumpe con su llanto en la discusión es la señal de una nueva esperanza en la historia del mundo en su podredumbre, etc. O podríamos también encontrarnos con el estupor de poder revelar la verdad en la muerte. En fin, podemos hacer una lista de alegorías que comprenden un extenso compendio de interpretaciones en torno a esta fascinante historia.
Volvamos aquí a la interpretación, y no sólo a la descripción literal de la trama.
Tenemos entonces dos bandos, en la disposición de personajes que parecen encontrarse en un laberinto tejido bajo el espectro de las pasiones, de la condición visceral de un cientificismo lógico que pretende exigir la lógica y racionalidad empírica, es decir, creer lo que se dice en tanto se demuestre con hechos irrefutables. De aquí que las descripciones de cada versión sea importante considerarse, porque de ellas emana la construcción de un rompecabezas integral como un todo.
Y es extraordinaria la idea incluida, de poder pedir una versión verídica de una persona muerta, por eso la
médium nos pone en una posición de duda inalterable cuando tiene posiblidad de comunicarse con el samurai ya muerto.
"Mentira, el muerto también ha mentido" nos dice el leñador en su plática bajo la puerta de Rashomon. A lo que responde el sacerdote: "... no es lógico, que una persona muerta no diga la verdad".
En este enunciado entonces parece que nos encontramos ante la encrucijada de lo que en apariencia suponemos desde la condición real y la que se encuentra en otro plano subjetivo. Ojo aquí, la evidencia a partir de la lógica del hombre muerto entonces está determinada por lo que sería la verdad desde la otredad, desde un espacio o dimensión aparte que nos sustrae de toda lógica mundana ajustada al juicio subjetivo de lo que se esconde o no se quiere decir por temor a represalia. Es como un axioma que nos induce en la veracidad desde la duda.
Un muerto qué necesidad tendría de mentir, leemos esto en el argumento del sacerdote. ¿La evidencia se encuentra entonces en lo que es indemostrable, como la muerte?
Quien sabe la verdad es el que no está aquí. La verdad de los hechos se encuentra entonces en ese apartado con candados, inaccesible, a no ser por el poder extraordinario de una psique poderosa que nos lleva hasta el lugar donde podemos escuchar la voz de lo ajeno.
¿Es curioso no? ¿no acaso es esto una posibilidad alternativa a encontrar la verdad en algo que no necesariamente es visible o evidente?
Vayamos ahora al contero de personajes: por un lado tenemos a Tajumaro el legendario ladrón, a su delator o capturante que ostenta un valor artificial cuando lo presenta ante los jueces.
Luego está el orgulloso samurai que camina por el bosque con su esposa; hasta aquí etonces los tres personajes principales -un cuarto personaje es el que captura a Tajumaro- que podríamos confrontar con los que abren la historia.
Acá en la simbólica puerta de Rashomon, tenemos en otro bando, a un sacerdote, a un forastero y a un leñador. Estos personajes podrían referirnos a aquellos tres polémicos viajeros - finalmente filósofos- que se adentran en la Zona en el filme
Stalker de Tarkovsky. Un científico, un artista-literato y un hombre comunero o mortal cotidiano que representa al sentido común; mas no por ello marginal o abyecto, al contrario, es el que guía al arte y a la ciencia en ese derrotero a lo desconocido.
Aquí en Rashomon en cambio tenemos al pensamiento metafísico, la bonhomía y la preposición humanista en el sacerdote; al hombre visceral, pragmático y utilitario que apela a la lógica y la razón de los sentidos en el forastero que no se interesa en aburridos sermones; y finalmente en el que supone ser incrédulo o insiste en no querer creer lo que había visto, el leñador, ese hombre determinado por una literalidad de los hechos en un presentismo o en la lógica de lo que alude a la historicidad de lo que él percibe, y que esconde en el artificio de la duda o su ignorancia.
¿Cuál es entonces la lección que debemos aprender de la historia de Rashomon? o ¿cuáles serían esas lecciones, si acaso quisieramos sacar más hebra de ese tejido de elucubraciones?
Si creemos que la lección de esta historia es en torno a la realidad entendida a partir de las diferentes versiones, entonces podríamos suponer que tanta descripción de los hechos, aunque forma parte de un todo como lo dije antes, también son verdades relativas que podrían tener como condición el dejo de la ficción o de la simulación revelada; como lo hace al final el forastero que confronta al leñador haciéndole ver su falsa postura y descubriendo parte de su historia escondida.
Aquí la alegoría de la fábula de los seis sabios ciegos que describen a un elefante podría ponernos en un plano de interpretación relativa, es decir, todos podríamos tener razón y también todos podríamos no tenerla.
Vayamos pues a un ejercicio dirigido a la idea de lo que entendemos como veráz en lo que es la imagen y la imaginación, aquí unas preguntas a responder:
1.- ¿Cómo suponemos entender la verdad de este hecho en las descripciones de cada historia a partir del relato y sin mostrar
evidencias?
2.- ¿Necesitamos de la imagen concreta como un argumento-
a fortiori para demostrar que se fue testigo o que se ha presenciado algo? De no ser así, entonces ¿los locos dicen la verdad?
3.- ¿Dónde está la imagen del evento, del crimen en Rashomon? ¿Cómo la construimos?
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| Ver y entrever |
4.- Finalmente ¿por qué suponemos la verdad a partir de lo visible?
Nota a participantes: hay que elegir al menos dos de las preguntas para contestar en el comentario a este post y dejar dicho a cuáles de ellas están respondiendo. Por favor, suscríbanse a ello para poder ir haciendo una evaluación. Gracias.